Audio-homilía: Bautismo de Jesús

Acaba con el Bautismo de Jesús el tiempo de Navidad. Y en él se hace un resumen sintético de lo que hemos celebrado estos días.

El Jesús de este evangelio resume lo que Dios quiere con la Navidad. Y es que el ser humano sienta profundamente que Dios le ama (Tanto amó Dios al mundo -a Lucía, a José, a Vicente, a ti, a mi… a todos nosotros-, que nos ha entregado a su propio Hijo para que nunca experimentemos la soledad).

La escenificación del Bautismo de Jesús es muy provocadora: Jesús espera turno en la cola de personas con la vida rota… Esta adhesión de Jesús a lo roto representa la misericordia infinita de Dios. Jesús demuestra que quiere estar con los desheredados, con los pequeños, con los débiles.

Lo humano, en estado natural, merece que Dios descienda de su paraíso y venga a lavar los pies a una humanidad rota.

El Bautismo del Señor nos invita a no escandalizarnos de lo humano, de los errores, de la fragilidad que nos constituye… Y es que, a veces, somos demasiado jueces de todo: situaciones, personas, etc.

Jesús nos invita a vivir en la gratitud permanente, a identificarnos con la gente que sufre. Dios nos da la posibilidad de ser sus hijos predilectos. Todos somos Hijos predilectos de Dios cuando hacemos del amor la forma de nuestra conducta y nuestra opción de vida.

Bautismo de Jesús

 

Evangelio según San Mateo 3,13-17

Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él.

Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.

Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él.  Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».